Monday, May 18, 2009

Visitando Jordania con Mario

Cuarto día en Jordania, ¡por fin viene Mario! Alquilamos un coche desde el albergue, pues a pesar de no ver ninguna agencia de alquiler de coches en Madaba, preguntando siempre se averigua y se consiguen las cosas. Además el precio fue casi inmejorable: unos 100 dinares jordanos por 3 días completos y dejando el coche el cuarto día en el aeropuerto. ¡Perfecto!

Recogimos a Mario a la hora prevista, y nos fuimos rumbo al mar Muerto, pagamos la entrada del complejo turístico para disfrutar de un bañito. Mario venía rendido, así que le vino muy bien descansar en las tumbonas. Esta vez sí que Nati se animó a llenarse el cuerpo de barro junto con Mario, claro que por un precio.

De camino a Petra, pasamos por Karak, una pequeña ciudad que tiene uno de los castillos más grandes que he visitado. Fue construido durante la primera cruzada dentro de una antigua ciudad ya existente donde según dice la historia, Saladino albergó a la artillería de forma habitual. Está lleno de pasadizos secretos y salas subterráneas, que recorrimos de manera apasionante con la ayuda e indicaciones de un local que nos iba haciendo de guía.


Continuamos nuestro camino a Petra y cometimos el error de coger la carretera del Rey en lugar de coger la autopista. Es una carretera que sube y baja montañas con unos paisajes espectaculares y totalmente deshabitados. La pena fue que no queríamos llegar a Petra muy tarde y el sol ya se estaba poniendo, con lo que no pudimos disfrutar la ruta de la misma manera.

El toque de autenticidad del viaje lo puso un beduino que recogimos en nuestro camino en mitad de las desoladas montañas. Se trataba de un hombre de unos 55 años, con un aspecto de lo más singular. Vestía con una túnica y un turbante. Con un olor un tanto campestre, mas bien, caprino y lo único que supimos de él era que se dirigía a Tafila, poblado que estaba en nuestra ruta. No hablaba nada de inglés, y cuando emitía algún tipo de sonido nos mirábamos los tres riéndonos de la situación, pues no le entendíamos ni papa. Mario le hacía bromas a mi madre, diciéndole que ya le habíamos conseguido un novio y la pobre no sabía si llorar o reir, pues iba detrás con él soportando el olor de macho cabrío.

Llegamos a Tafila y el hombre no hizo ni tan siquiera el amago de bajarse, así que nos estábamos temiendo lo peor: ¡que se venía con nosotros a Petra! En una rotonda con un puesto policial, preguntamos la dirección a Petra y bajé la ventanilla trasera para que el policía preguntara al beduino donde se iba a bajar. No os podéis imaginar la cara que puso el poli al ver a tres turistas con semejante individuo en el coche. El policía también empezó a reírse.

Por suerte para nosotros, se apeó en el siguiente poblado, imaginamos que cerca ya de su casa.

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